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La violencia envenena el corazón y lleva el desastre social

de José Luis Chávez Botello
Arzobispo de Antequera-Oaxaca.
CEM.

La carencia de una educación de calidad es la causa principal de la violencia y deterioro en Oaxaca. Nuestra educación, vacía de los valores fundamentales, no solo es deficiente y mala sino que, en la práctica, por lo que mostramos y enseñamos con nuestros hechos y comportamientos en el hogar, en escuelas, en lugares de trabajo, en las calles y centros de esparcimiento, transmitimos y formamos en una anti-educación. Para impulsar una educación de calidad tenemos que ser valientes y honestos, revisarnos y tomar decisiones radicales en cada uno de estos espacios junto con acciones comunes para toda la sociedad.

Depende de nosotros y está a nuestro alcance erradicar toda clase de violencia desde nuestro hogar, desde donde trabajamos o estudiamos; ¡démonos la oportunidad de avanzar hacia un Oaxaca más humano!. ¿Cómo?, en cada uno de estos espacios hagamos un pacto-compromiso para impulsar la reconciliación y la paz social; necesitamos trabajar todos esforzándonos en dos tareas: 1- Ejercitarnos y ayudarnos a erradicar toda violencia verbal, física o psicológica; 2- Esforzarnos y apoyarnos para cultivar los valores fundamentales como la verdad, la unidad y el bien.

Una palabra sobre la verdad. Lo contrario a la verdad es la mentira; donde no hay verdad se abren las puertas a la mentira, a la desconfianza, a la hipocresía, a fraudes, a la corrupción y a la adulación; lo que no se finca en la verdad poco a poco va carcomiendo a las personas e instituciones. Es muy fácil aceptar la mentira cuando viene en apoyo de egoísmos, de intereses, de prestigio y de una vida fácil sin compromisos; cuando la mentira con sus variados rostros va penetrando en las personas y en los diferentes sectores sociales, aparece la descomposición de partidos, de organizaciones sociales, la corrupción y la violencia a todos los niveles; así se camina hacia la mediocridad y decadencia en la vida de las personas, de familias y de esa sociedad; se puede llegar a un «infierno social».

La verdad asumida y cultivada produce como frutos la sinceridad, la honestidad, la coherencia y la confianza; son valores que llevan a relaciones sanas con los demás, al respeto, a amistades auténticas y a compromisos de vida. La verdad como la mentira se aprenden y se hacen vida desde el hogar; luchemos desde el hogar para aprender a vivir en la verdad hasta llegar a ser hombres y mujeres de verdad; levantemos la antorcha de la verdad en todos los espacios. Es la verdad la que nos hace libres y construye la paz desde dentro; el que miente siempre vive con la angustia de poder ser descubierto.

La verdad siempre debe ser vista y buscada con respeto y amor porque la verdad viene de Dios; por eso las personas que cultivan la verdad hasta hacerla vida son abiertas, caminan serenas y seguras, se muestran libres, transmiten esperanza y vida. Nos urge a todos buscar la verdad, conocerla bien hasta identificarla, amarla y hacerla vida en los estudios, en el trabajo, en la amistad y relaciones con los demás. No pasemos los años solo lamentando y sufriendo el deterioro de vidas y de nuestra sociedad; actuemos en conjunto para enderezar el rumbo y fortalecer los pilares de la vida.

Luchemos y trabajemos todos por la reconciliación y la paz social; sea nuestra ofrenda y Corona Espiritual a la Santísima Virgen. Al levantarnos o al salir de casa invoquemos de corazón a Ntra. Sra. de Juquila implorando su ayuda y compañía.

Con mi saludo y bendición para todos.

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