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Santos Mexicanos: San David Galván Bermúdez

Según la Arquidiócesis de Puebla:

San David Galván BermúdezNació en Guadalajara, el 29 de enero de 1881. De origen humilde, conoció durante la infancia el ambiente de los obreros y de los artesanos en el modesto taller de calzado de su padre. Monaguillo, infante del coro catedralicio, adolescente ingresó al seminario conciliar de Guadalajara, donde destacó por su brillante capacidad intelectual.

Para reafirmar su vocación, dejó la institución cierto tiempo, a la que regresó con renovado entusiasmo. Presbítero desde el 20 de mayo de 1909, maestro del seminario, centró su espiritualidad en el misterio de la Eucaristía. Promovió la acción social formando círculos de estudio y sindicatos de obreros; fue director de la revista “Voz de Aliento” donde él mismo escribió muchos artículos.

En 1914 algunos líderes de los movimientos armados que bañaban de luto y sangre al país clausuraron el seminario, por ese motivo, los superiores lo nombraron vicario de Amatitán. Hasta ese lugar llegó, en octubre, un antiguo condiscípulo, Enrique Vera, quien, pese a estar legítimamente casado, pretendía a otra mujer, sobrina de Galván. Vera ofreció al prisionero garantías si accedía a intervenir a su favor ante la joven y todo su odio, en el caso contrario. Sus amenazas no intimidaron al ministro para sostener una firma negativa.

La madrugada del 30 de enero de 1915, los habitantes de Guadalajara sufrieron las agresiones de los contendientes carrancistas y villistas. Enfrentados en una escaramuza en la zona habitada de la ciudad. Pocas horas después, un gran número de heridos y agonizantes fueron hacinados en el jardín botánico. El padre David Galván se dispuso a auxiliar espiritualmente a los moribundos, como ya lo había hecho en circunstancias similares poco antes. Mientras se dirigía a cumplir su deber ,convenció a un colega, el presbítero José María Araiza, para que todos prestaran los auxilios espirituales a los heridos.

En estas condiciones, al pasar junto al cuartel general de los carrancistas, frente al hospital de Belén, fue aprehendido y puesto a disposición del referido Enrique Vera; éste, sin más, abusando de sus facultades, ordenó la ejecución de ambos presbíteros, acusándolos de colaborar con los enemigos de la revolución. David Galván aceptó su muerte, perdonó a sus verdugos y recibió de su compañero la absolución sacramental. La cruel sentencia fue cumplida poco después, recibiendo la mortal descarga en la vía pública, junto a los muros del referido hospital. Su memoria se mantuvo viva gracias a la piedad popular. Sus restos descansan en la parroquia de Nuestra Señora del Rosario, muy cerca del lugar donde fue martirizado.


Según la Arquidiócesis de Jalisco:

Nació en Guadalajara, Jal. el 29 de enero de 1881
Murió en Guadalajara, Jal. el 30 de enero de 1915
Sus restos se encuentran en el Templo
de Nuestra Sra. del Rosario, Guadalajara, Jal.

Aunque durante el inicio de sus estudios clericales su conducta fue deficiente, al grado de considerársele disipado y pendenciero, el Beato David Galván Bermúdez logró una conversión definitiva y fue ejemplo de muchas virtudes.

Nació en Guadalajara el 29 de enero de 1881; hijo de José Trinidad Galván y de Mariana Bermúdez, quien murió cuando su hijo tenía tres años de edad.

Su familia era muy pobre, por lo que ayudó a su padre en un modesto taller de zapatería.

En 1895 ingresó al Seminario de Señor San José, mismo que abandonó después de cinco años. Durante el tiempo que estuvo fuera, su estilo de vida descendía más y más, y al darse cuenta de ello, a los 21 años de edad pidió ser readmitido en el Seminario.

El prefecto general Miguel de la Mora lo sometió durante un año a pruebas rigurosas.

Poco a poco el cambio fue evidente, ya no era agreste y altanero, por el contrario edificaba su aprecio y dedicación a la oración mental y su constancia en soportar la adversidad. Las aficiones mundanas que antes le seducían, dejaron de dominarlo.

Finalmente logró su ordenación como presbítero a los 28 años de edad, el 20 de mayo de 1909; poco después se le confirmó como superior del mismo Seminario.

Su gran caridad para con los pobres y los trabajadores le hizo organizar y ayudar al gremio de zapateros.

Su labor en el Seminario, sin embargo, se vio interrumpida luego de que el Arzobispo de Guadalajara, Francisco Orozco y Jiménez, disolvió el Seminario a raíz de la detención de 120 clérigos.

Defensor de la santidad del matrimonio, ayudó a una jovencita que era perseguida por el militar Enrique Vera, negándole que contrajera nupcias porque ya estaba casado. Esto acarreó al padre Galván la enemistad del teniente, quien se convirtió en su verdugo.

Cuando el Padre Galván fue nombrado Vicario de Amatitán, fue aprehendido por órdenes del capitán Enrique Vera, antiguo condiscípulo suyo, personaje de escasa moralidad y profundos resentimientos contra el sacerdote por el impedimento de matrimonio. El arresto carecía de sustento, razón por la cual el Padre David recuperó su libertad.

El sábado 30 de enero de 1915, se registraron en la ciudad violentos enfrentamientos entre huestes villistas y carrancistas; los presbíteros David Galván y José María Araiza, se dispusieron a auxiliar a los moribundos y heridos. Cuando cruzaban el jardín botánico, frente al viejo Hospital de San Miguel, fueron interceptados por Enrique Vera, quien ordenó su arresto inmediato.

Los carrancistas del 37 Regimiento ligero de línea pusieron a los sacerdotes a disposición de las autoridades militares; las legislaciones de Vera arrancaron, sin juicio previo, la pena de muerte. No obstante, un oportuno indulto salvó la vida del Padre Araiza; no corrió con la misma suerte su compañero, remitido a la calle Coronel Calderón, junto a la barda del Cementerio de Belén.

Frente al pelotón de fusilamiento y sin perder la entereza, la víctima distribuyó los objetos de valor que portaba. No quiso que le vendaran los ojos y frente a los encargados de ejecutarlo, se señaló serenamente el pecho para recibir las balas; sus últimas palabras fueron para sus verdugos: “Les perdono lo que ahora van a hacer conmigo”.

En junio de 1922 los restos del Padre David Galván fueron depositados en un templo en construcción, próximo al lugar del martirio, la actual Parroquia de Nuestra Señora del Rosario.

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