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¿Así que eres Ateo y odias a los Católicos? Sería una lástima decirte que yo, Nicolás Copérnico, fui un Clérigo Católico Romano, fundador de la Astronomía Moderna.

Forma castellana de Niclas Kopernik, el nombre del fundador de la teoría planetaria heliocéntrica; nació en Torun el 19 de Febrero de 1473, murió en Frauenburgo el 24 de Mayo de 1543.

Las torres de Heilsberg, Allenstein y Frauenburgo se convirtieron en otros tantos observatorios y su gran obra «Sobre los Giros de los Cuerpos Celestes» es un testimonio de sus incansables observaciones del sol, la luna y los planetas. Su reputación era tal que incluso en 1514 el Concilio de Letrán, convocado por León X, preguntó a través del Obispo Pablo de Fossombrone sobre la reforma del calendario eclesiástico. Su respuesta fue que la duración del año y los meses y el movimiento del sol y la luna aún no eran suficientemente conocidos para intentar una reforma. El incidente, sin embargo, lo impulsó, como le escribió a Pablo III, a hacer observaciones más exactas. Éstas finalmente sirvieron, setenta años después, de base para completar el calendario gregoriano. Veinticinco años después de egresar de la universidad, había concluido su obra magna, al menos en su mente, pero dudó por largo tiempo sobre si debía publicarla o imitar a los pitagóricos, quienes transmitían los misterios de su filosofía sólo en forma oral a sus discípulos, por miedo a ser ridiculizado por la gente. Sus amigos, que se habían interesado en la nueva teoría, lo convencieron para que les escriba al menos un resumen de cual se han encontrado manuscritos en Viena (1873) y Estocolmo (1878).
Es este comentario Copérnico estableció su teoría mediante siete axiomas, reservando la parte matemática para su obra principal. Esto fue en 1531, doce años antes de su muerte. De ahí en adelante la teoría del sistema heliocéntrico se comenzó a difundir. En 1533, Alberto Widmanstadt dio una charla ante el Papa Clemente VII sobre el sistema solar copernicano. Su recompensa consistió de un códice griego que se encuentra en la biblioteca estatal de Munich.
Tres años más tarde, Copérnico fue urgido por el Cardenal Schonberg, entonces Arzobispo de Capua, mediante una carta, fechada en Roma al 1ro de Noviembre de 1536, a publicar su descubrimiento o al menos mandar a hacer una copia pagada por el Cardenal. Pero todo esto fue inútil, hasta que un joven fue enviado a su lado.Fue Jorge Joachim Rheticus quien renunció a su cargo en la facultad de matemáticas en Wittenberg para estar dos años al servicio de su nuevo maestro (1539 – 1541). Tan sólo diez semanas después de su llegada a Frauenburgo él mandó su «Primera Narración del nuevo sistema solar a su amigo y científico Schöner en Nuremberg, en la forma de una carta de sesenta y seis páginas, que pronto fue publicado en Danzig (1540) y Basle.
Rheticus logró luego la publicación de un capítulo preliminar de la gran obra sobre trigonometría plana y esférica. Finalmente, Copérnico, sintiendo el peso de sus sesenta y ocho años, cedió, tal cual le escribió a Pablo III, por la presión del Cardenal Schonberg, del Obispo Giese de Culm y de otros hombres de ciencia para que entregara sus manuscritos para su publicación.El Obispo Giese le encargó a Rheticus, en tanto el mejor discípulo del gran maestro, la tarea de editar la obra. La intención de éste último era llevar el manuscrito a Wittenberg y publicarlo en la universidad, pero debido a la hostilidad existente ante el sistema copernicano, solamente se imprimió el capítulo de trigonometría (1542). Las dos copias de la «Primera Narración» y del tratado de trigonometría, que Rheticus presentó a su amigo el Dr. Gasser, quien practicaba la medicina en Fledkrich, pueden ser vistas en la Biblioteca Vaticana. Rheticus habló luego con Schöner en Nuremberg, quien, junto a Osiander, aceptó el encargo y contrató a la firma de impresiones de Petreius en la ciudad. Mientras tanto, Rheticus trató de proseguir con su trabajo en Wittenberg, pero debido a sus ideas copernicanas tuvo que renunciar (1542) y fue a Leipzig (1543). Esto le impidió darle su atención personal y ni siquiera el autor pudo supervisarla. Copérnico quedó paralítico del lado derecho y perdió la memoria varios días antes de su muerte. La primera copia de los «Seis Libros de los Giros de los Cuerpos Celestes» le fue entregada el mismo día de su muerte. Afortunadamente para él, no pudo ver lo que Osiander había hecho. Este reformador, conociendo la posición de Lutero y Melanchton en contra del sistema heliocéntrico, introdujo la palabra «hipótesis» en la carátula y, sin siquiera poner su nombre, lo reemplazó con otro contrario al espíritu del que Copérnico había escrito. El prólogo de Osiander advertía al lector que no esperara nada de la astronomía y que ni siquiera aceptara la hipótesis como cierta, ne stultior ab hac disciplinâ discedat, quam accesserit. La dedicatoria al Papa Pablo III fue, sin embargo, mantenida y el texto del trabajo quedó intacto, lo que se comprobó luego cuando se tuvo acceso al manuscrito original, que ahora está en la biblioteca familiar de los Condes Nostitz de Praga.
El primer ataque contra el sistema copernicano por teólogos protestantes fue debido a razones bíblicas y, aunque suene extraño, ha continuado, aunque esporádicamente, hasta nuestros días. Una lista de muchos panfletos fue publicada por Beckmann. Del lado Católico, la oposición sólo comenzó setenta y tres años después, cuando fue provocado por Galileo. En el 5 de marzo de 1616, la obra de Copérnico fue prohibida por la Congregación del Índex «hasta su corrección» y en 1620 fueron indicadas estas correcciones. Nueve oraciones, en las que el sistema heliocéntrico se presentaba como cierto, tuvieron que ser cambiadas u omitidas. Hecho esto, la lectura del libro fue permitida. En 1758 el libro de Copérnico desapareció del Índex revisado de Benedicto XIV. Se publicaron nuevas ediciones en Basle (1566) por Rheticus, en Amsterdam (1617) por Müller de Gótingen, en Varsovia (1854) una edición de lujo con la traducción al polaco y verdadero prólogo de Copérnico y la última (quinta) en Torun (1873) por la Sociedad Copérnico , en el cuarto centenario del nacimiento del autor, con todas las correcciones al texto, hechas por Copérnico, dadas como notas a pie de página. Un monumento dedicado a Copérnico, hecho por Thorwaldsen, fue erigido en Varsovia (1830) y otro por Tieck en Torun (1853). Rheticus, Clavius y otros llamaron a Copérnico el segundo Tolomeo y a su libro el segundo «Alagest». Su genio se demuestra en el hecho que aprehendió la verdad siglos antes que pudiese ser demostrada. Si algún precursor tiene no sería menos que Colón. Lo más significativo del carácter de Copérnico es que, mientras que no rehuía el demoler un sistema científico consagrado por milenio de aceptación universal, se enfrentó a la reformadores de la religión. Para mayor información vea el artículo Galileo.

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