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Las misas pierden la solemnidad con el desorden y la improvisación

En estas celebraciones, al mismo tiempo, salen a luz algunas improvisaciones que los párrocos y los fieles deben tener en cuenta para que el desorden no arruine el momento espiritual.

Por ejemplo, a la hora de la comunión se debería formar filas para recibir la hostia consagrada y no llegar a los empujones ante los celebrantes. Es uno de los momentos más solemnes de la misa, pero cuando cada cual quiere ser el primero, se producen encontronazos innecesarios. Llegar junto al sacerdote o ministro de la eucaristía en fila de dos es lo más correcto. Se agarra la comunión, y con un pequeño giro, se vuelve al lugar de donde se vino.

Pero no solo en la comunión se deben cuidar los detalles. La impuntualidad es otra de las deficiencias. Y atañe a sacerdotes que no comienzan a hora su misa y a los fieles que llegan cuando se les antoja y cuando lo hacen, generan barullo, se posicionan en cualquier lugar y molestan a quienes fueron puntuales para participar del acto.

Equipos de sonido

La nitidez de los mensajes transmitidos a través de los equipos de sonido también es fundamental para que una celebración religiosa sea participativa. Fieles y sacerdotes deben controlar este detalle y si hay inconvenientes, deben invertir para que una parroquia pueda tener una buena acústica que ayude a la solemnidad

Otro factor que muchas veces influye para que una misa no sea atractiva a los fieles es la homilía. Algunos sacerdotes la improvisan. No reflexionan los textos bíblicos, y lo peor, la alargan y la convierten en un mensaje superficial, que no tiene aplicación en la vida real.

La orientación de los obispos a los sacerdotes y estos a los fieles debe ser constante, de lo contrario las misas serán aburridas y con el correr del tiempo perderán por completo su atractivo.

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