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Sectas, Religiones y Herejías > Religiones > Islamismo

Una religión monoteísta, totalizante y en expansión.

Islamismo es el nombre oficial para designar a la más joven de las grandes religiones. Nació en el siglo VII d. C. Bajo la dirección y organización de Mahoma, su profeta.

La palabra Islam significa sumisión a la voluntad de Alá, Dios para Mahoma. A los miembros de esta religión se les denomina musulmanes y el significado, que proviene de la misma raíz, es: los que se someten.

Todo es la casa de Alá; por ello dondequiera que un muslim se encuentre, extiende su alfombra para orar. Toda persona de cualquier raza o nacionalidad puede adquirir la fe. Estas dos posiciones la hacen una religión en la que quedan unidas indisolublemente la fe y la vida, la religión y la política.

Fuente.

Islamismo
Islamismo
Fundador(es) Mahoma
Deidad o Deidades principales Alá
Ramas sunismo, chiismo, sufismo, jariyismo
Tipo Monoteísta, religión abrahámica
Número de seguidores estimado 1.157 millones.
Seguidores conocidos como Musulmanes
Escrituras sagradas Corán
Lengua litúrgica árabe
País o región de origen Arabia, Oriente Medio
Lugares sagrados Bandera de Arabia Saudita La Meca y Medina, (Arabia Saudita)
</noinclude> Jerusalén, (Estado de Palestina)
</noinclude> Hebrón, (Estado de Palestina)
País con mayor cantidad de seguidores Bandera de Indonesia Indonesia
Organización internacional Liga Mundial Islámica
Símbolo El testimonio لا اله الا الله محمد رسول الله (No hay más divinidad que Alá y Mahoma es su profeta)
Templos Mezquitas
Clero Ayatolá, Imam, ulema, jeque, etc.
Religiones relacionadas Judaísmo y cristianismo

Islam, una palabra Arábiga que, desde el tiempo de Mahoma ha adquirido un significado técnico y religioso, denotando la religión de Mahoma y del Corán, justo como el Cristianismo denota la religión de Jesús y el Evangelio, o el Judaísmo la de Moisés, los Profetas, y del Antiguo Testamento.

El Islam es a veces dividido bajo dos cabezas de “Fe”, o “Iman” y “Religión Práctica”, o “Din”. La Fe (Iman) incluye una creencia en un solo Dios, omnipotente, omnisciente, lleno de misericordia, el autor de todo lo bueno, y en Mahoma Su profeta, expresado en la fórmula: “No hay otro Dios sino Ala, y Mahoma su profeta.” Incluye también creer en la autoridad y suficiencia del Corán, en ángeles, genios, y en el demonio, en la inmortalidad del alma, la resurrección, el día del juicio, y en el decreto absoluto de Dios para lo bueno y lo malo. En la otra mano, la religión práctica consiste de cinco observaciones, viz: recitar la formula de la creencia, rezar con ablución, ayuno, dar limosna y la peregrinación a la Mecca.

Fuente.

Creencias

Un solo Dios
Al principio Mahoma rinde culto a las diosas Manat, Allat y Al-Uzza, hijas de Alá, pero al proclamar los pilares del Islam las rechaza y persigue el politeísmo. «No hay más Dios que Alá y Mahoma es su Profeta»: esta creencia sostiene todo el islamismo.

Alá, creador del universo
Alá creó a los ángeles, algunos de los cuales se convirtieron en demonios por soberbia. Se negaron a postrarse ante Adán, la criatura más perfecta de Dios, por lo que fueron condenados al infierno y persiguen a los hombres. Además Dios creó a lo genios, seres intermedios entre los espíritus y los hombres con un cuerpo generalmente invisible, que son buenos o malos según se hayan convertido o no al Islam.

El Profeta
Alá eligió a Mahoma como sello de todos los profetas: el que confirma a los demás elegidos de Dios, incluido Jesucristo. El arcángel San Gabriel tradujo al árabe la última revelación de Alá y la entregó a Mahoma después de visiones, trances y revelaciones que duraron varios años.

El Corán
La suprema revelación está contenida en El Corán, palabra que puede traducirse como canto sacro, salmodia; un ritmo sencillo y sobrio que ayuda a memorizar. Escrito en árabe, su autor es Alá. El Corán rige la vida privada y pública de los musulmanes. En sus 114 capítulos se observan, junto a lo genuinamente mahometano, elementos del Antiguo Testamento, cristianos –pocas veces fielmente descritos–, influencias de apócrifos judeo-cristianos, de maniqueos y de fuentes árabes preislámicas.

Las sentencias del Corán se completan con la tradición –sunna–, conservada en los hadices, narraciones orales o escritas autorizadas sobre Mahoma, que en el siglo IX compilaron Bujari y Muslim.

Cielo e infierno
Después de morir, cada hombre es juzgado en la sepultura por dos ángeles sobre su Dios, su religión y su profeta. Las almas de los condenados mueren tras este juicio personal, pero resucitarán y se unirán a sus cuerpos para el juicio universal. Ese día se proclamará la suerte eterna de cada quien: cielo o infierno, con siete estancias cada uno. El cielo, junto a la contemplación de Alá, está lleno de placeres sensibles; el infierno, de toda suerte de dolores para los condenados. Aunque se reconoce la libertad humana, a quien Alá predestina al infierno no le salva ni el arrepentimiento. Los muertos en la guerra santa –mártires– van derechos al paraíso. Creen también en el purgatorio y en el limbo.

Los deberes

Para ser musulmán basta con hacer la correspondiente profesión de fe: «No hay más Dios que Alá y Mahoma es su profeta».

Cada fiel debe rezar cinco veces al día, a horas determinadas, el salat, una breve oración con ritmo de letanía. Se recita de rodillas en dirección a La Meca, con el tronco inclinado y realizando los gestos de adoración prescritos. El Corán recomienda que los varones, descalzos y lavados ritualmente, participen los viernes –día santo– en la oración comunitaria de la mezquita, dirigida por el imán. También pueden asistir a ella las mujeres, decentemente vestidas y situándose detrás de los hombres.

Otro de los deberes musulmanes es la limosna anual o de cada cosecha. Se destina a los indigentes, a costear la guerra santa o a otras necesidades públicas.

Los fieles deben ayunar el mes del Ramadán, que conmemora la primera revelación de Alá a Mahoma. El ayuno dura mientras hay luz diurna y obliga desde la pubertad.

Al menos una vez en la vida cada fiel ha de peregrinar a La Meca, en recuerdo de la última vez que Mahoma visitó esa ciudad en junio del año 632. Allí está la Caaba (cubo), piedra negra que el ángel Gabriel habría lanzado a la tierra por orden de Alá y recogió Abraham, constructor del recinto de la Caaba. La piedra, que representa la mano y el ojo de Dios, se halla enmarcada en plata y todo ello recubierto con grandes telas.

La peregrinación está salpicada de ritos: vestimenta especial, perfumes, rapado del cabello…, y de oraciones y vueltas en torno a la Caaba. Quienes al ponerse el sol participan en la carrera desde el Monte de las Misericordias hasta la localidad vecina de Muzdalifa recitando: «Henos aquí, Señor, a tu servicio», obtienen el perdón de todos sus pecados.

La guerra santa, yihad, es otra de las obligaciones del Islam. Tiene dos variantes: la gran yihad, o lucha interior contra las malas costumbres del alma; y la pequeña yihad, o guerra contra los infieles, si ponen en peligro la paz o la seguridad de la comunidad islámica.

El Corán prescribe la pureza ritual, lavatorios requeridos si se va a participar en algún acto de culto. También dicta normas determinadas sobre los alimentos y bebidas. No se pueden comer animales impuros –carnívoros, cerdos, peces sin escamas–, ni los que hayan sido sacrificados de modo profano: sin invocar a Alá ni orientarlos hacia La Meca. Se prohíbe el consumo de alcohol y de cualquier droga.
Por otra parte, en muchos de los pueblos musulmanes se sigue practicando la circuncisión de los niños y la ablación de las niñas.

Mentalidad musulmana

El Islam es una religión totalizante. Pretende incluir a todos los hombres y a todo lo humano. Cualquier otra religión es apostasía, pues «toda persona nace musulmana, pero a veces los padres o la educación la pervierten». Islam y religión son sinónimos. Incluso afirman que «la segunda venida de Cristo será para reconocer el Islam como única religión verdadera. Cristo practicará el Islam durante 40 años y los cristianos se harán musulmanes».

En los primeros tiempos, al apóstata se le condenaba a muerte, y esta mentalidad sigue planeando sobre muchos musulmanes de hoy. De ahí la tentación fundamentalista, con sus fuertes apoyos en la tradición. No obstante, la necesidad de convivir durante muchos siglos con pueblos sometidos donde no eran mayoría, tornó más tolerantes a los musulmanes: a los no conversos les permitían vivir, pagando fuertes impuestos.

La fe islámica es personal, pero llamada a configurar lo familiar, lo político y lo social en exclusiva. Todo queda subordinado a la religión. Los pueblos sometidos al Islam no tienen más que una cultura: la musulmana. La unión de lo religioso y lo civil se ve como un mandato de Alá.

El deseo de todo auténtico musulmán es que la entera humanidad se convierta al Islam y que sus preceptos –sharía– sean acatados en todo el orbe. Se ha afirmado que los musulmanes extrapolan el monoteísmo, haciendo de la unicidad algo sinónimo de verdad: un solo Profeta, un solo Libro, una sola umma (comunidad), una sola autoridad…

Todo musulmán tiene la obligación de extender el Islam y de impedir la apostasía; si es gobernante, con las leyes pertinentes. Por esta razón, los hijos de un musulmán tenidos con una mujer de otra religión, pasan por ley a ser mahometanos y no al revés.

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