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Santos Mexicanos: San Pedro de Jesús Maldonado Lucero

San Pedro de Jesús MaldonadoNació en Chihuahua, Chihuahua el 15 de junio de 1892. A los 17 años ingresó al seminario conciliar de esa Diócesis. Alegre, amable y bondadoso, sus condiscípulos lo recuerdan ejemplar en su conducta y dedicado a los estudios.

La supresión del seminario, en 1914, lo devolvió a su hogar. Se reincorporó al seminario al año siguiente. Antes de concluir regenteó una cátedra en el propio seminario. El 25 de enero de 1918  fue ordenado presbítero por el obispo don Jesús Schuler, S. J., en su catedral de San Patricio, en El Paso, Texas.

Su primer destino fue San Nicolás de Carretas, Chihuahua. Su llegada a la parroquia coincidió con una terrible epidemia; sin reparar en los peligros, socorrió espiritual y materialmente a los afectados. Párroco de Santa Isabel, Chihuahua, desde enero de 1924, atendía con entusiasmo la catequesis infantil y se granjeaba a los adultos con cantos y representaciones teatrales. Restauró las asociaciones extintas, fundó nuevos grupos apostólicos y encendió el entusiasmo y la piedad eucarística de sus feligreses.

Durante la persecución religiosa decidió permanecer entre los suyos. Aunque los llamados arreglos de junio de 1929 implementaron un modus vivendi entre ambas corporaciones, en Chihuahua, a partir de 1931, el anticlericalismo se recrudeció. En 1934 las autoridades públicas desterraron al párroco de Santa Isabel a El Paso, Texas. Tan pronto como le fue posible regresó a su parroquia, estableciéndose en Boquilla del Río, a tres kilómetros de Santa Isabel. El 10 de febrero de 1937, Miércoles de ceniza, después de confesar a muchos feligreses en ese lugar, fue capturado por un grupo de hombres ebrios y armados. Apenas pudo rescatar el relicario con la reserva eucarística. Descalzo y a pie, seguido por un nutrido contingente de fieles, se le condujo a Santa Isabel.

Apenas lo tuvo ante sí, el presidente municipal lo tomó de los cabellos y le propinó un golpe antes de conducirlo a la presencia de Andrés Rivera, cacique de la región, quien, sin más, con tremendo pistoletazo le fracturó el cráneo en círculo y le hizo saltar el ojo izquierdo. Tirado en el piso, los esbirros arremetieron en su contra. La víctima, casi inconsciente, oprimía el relicario contra su pecho.

Horas después, un grupo de fieles lo trasladaron al hospital civil de la ciudad de Chihuahua. Falleció a las cuatro de la mañana del día siguiente, el 11 de febrero de 1937. Sus restos se conservan en la Catedral de Chihuahua.

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