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¿Dónde está Dios? Quiero verle… ¿Dónde lo encuentro?

¿Cómo tratar con Cristo? ¿Dónde está Jesucristo HOY?

¿Dónde está Dios? Quiero verle. ¿Dónde lo encuentro?
¿Dónde está Dios? Quiero verle. ¿Dónde lo encuentro?

María Magdalena quería ver a Jesús, fue a buscarlo al sepulcro y no lo encontró: «Se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto» (Cfr. Jn 20, 18-18) María vio morir a Jesús en la cruz, pero no podía vivir sin Él, a toda costa quería volver a verlo: «Señor, si tú te lo llevaste, dime dónde lo has puesto».

¿Dónde encuentro a Dios?

Hoy estamos nosotros como María Magdalena: queremos ver a Jesús. Jesús murió, pero queremos estar con Él, tratar con Él. ¿Cómo tratar con Cristo Resucitado? ¿Dónde está Jesucristo HOY? La respuesta nos la da el mismo Jesucristo durante su encuentro con los discípulos de Emaús: a Cristo Resucitado se le encuentra en la Escritura, en la Eucaristía y en el propio corazón.

«Hoy» es también una expresión de confianza. El Señor nos lo enseña; no hubiéramos podido inventarlo. Como se trata sobre todo de su Palabra y del Cuerpo de su Hijo, este «hoy» no es solamente el de nuestro tiempo mortal: es el Hoy de Dios: Si recibes el pan cada día, cada día para ti es hoy. Si Jesucristo es para ti hoy, todos los días resucita para ti. ¿Cómo es eso? «Tú eres mi Hijo; yo te he engendrado hoy» (Sal 2,7). Hoy, es decir, cuando Cristo resucita. [San Ambrosio]» (Catecismo de la Iglesia Católica 2836)

1. La Escritura

Los discípulos estaban tristes, perdidos, desconcertados; pero recobraron la paz y reencontraron el sentido de la vida cuando Jesús les explicó las Escrituras. Jesucristo vive en Su Palabra. «Recordad que es una misma Palabra de Dios la que se extiende en todas las escrituras, que es un mismo Verbo que resuena en la boca de todos los escritores sagrados, el que, siendo al comienzo Dios junto a Dios, no necesita sílabas porque no está sometido al tiempo.» [San Agustín Psal. 103,4,1]

Cuando escuchamos y gustamos la Palabra de Dios bajo la acción del Espíritu Santo entramos en contacto con Cristo Resucitado que nos habla.

2. La Eucaristía

Los dos de Emaús reconocieron al Señor en la fracción del pan: «¡Es el Señor!» (cf. Lc 24, 31-35 y Jn 21, 7). Cuando queramos encontrarnos con Cristo sabemos bien que siempre estará en el Sagrario. Cristo Eucaristía es el cumplimiento de aquella promesa: «Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28,19)
«Cristo Jesús que murió, resucitó, que está a la derecha de Dios e intercede por nosotros» (Rm 8,34), está presente de múltiples maneras en su Iglesia (cf LG 48): en su Palabra, en la oración de su Iglesia, «allí donde dos o tres estén reunidos en mi nombre» (Mt 18,20), en los pobres, los enfermos, los presos (Mt 25,31-46), en los sacramentos de los que Él es autor, en el sacrificio de la misa y en la persona del ministro. Pero, «sobre todo, (está presente) bajo las especies eucarísticas» (SC 7).» Catecismo 1373

¿Necesitas que alguien te escuche? Cristo Eucaristía
¿Necesitas fortaleza? Cristo Eucaristía
¿Necesitas luz y consejo? Cristo Eucaristía
¿Necesitas confianza? Cristo Eucaristía
¿Necesitas amar y ser amado? Cristo Eucaristía
¿Necesitas consuelo? Cristo Eucaristía
¿Necesitas pedir perdón y perdonar? Cristo Eucaristía
¿Necesitas llorar? Cristo Eucaristía
¿Necesitas desahogarte? Cristo Eucaristía
¿Necesitas un amigo fiel? Cristo Eucaristía
¿Necesitas compartir una alegría? Cristo Eucaristía
¿Necesitas compañía? Cristo Eucaristía
¿Necesitas paz? Cristo Eucaristía
¿Necesitas llenar el vacío de tu corazón? Cristo Eucaristía
¿Necesitas un sentido para tu vida? Cristo Eucaristía
¿Necesitas comprender y aceptar? Cristo Eucaristía
¿Necesitas orden en tus pensamientos, en tus sentimientos, en tus acciones? Cristo Eucaristía
¿No necesitas nada más que a Dios? Cristo Eucaristía

3. Tu corazón

Cleofás y su compañero reconocieron que ardía su corazón cuando Cristo les explicaba las Escrituras. Su corazón estaba en búsqueda y ellos supieron escuchar. Un corazón que escucha es lo único que Cristo Resucitado necesita para revelarse a sus amigos. Por eso a Dios le agradó tanto la súplica de Salomón: «Dame, Señor, un corazón que escucha» (cf 2 Cronicas 1, 9-10)
Jesucristo Resucitado enseñó a sus discípulos a aplicar una nueva mirada para encontrarle después de su pasión y muerte: una mirada de fe.
Si entramos en contacto con la Escritura pero no gustamos la Palabra de Dios en el propio corazón, como María, somos como sordos. Si estamos ante Cristo Eucaristía pero no lo acogemos en nuestro corazón con fe, amor y confianza, somos como ciegos incapaces de ver por más que lo tengamos delante.

Podríamos decir que el corazón humano, templo del Espíritu Santo, es el lugar de encuentro con Cristo Resucitado.

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