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Hay que atender más es al motivo por el cual no ha escuchado Misa. Puede ser que la negligencia por la cual llega tarde implique poca valoración del Santo Sacrificio de la Misa.

¿Qué ocurre si llego tarde a la Misa dominical o de precepto?

El precepto de la Iglesia relativo a la Misa dice: «El primer mandamiento: Oír Misa entera los domingos y demás fiestas de precepto» (Catecismo n. 2042).

«Misa entera» indica la presencial corporal y la atención; esta presencia debe ser continua, es decir, que dure desde el principio al fin de la misa, de suerte que no cumpliría el precepto el que omitiera alguna parte «notable» de la Misa.

Dicho de modo más particular, No cumple el precepto quien:

  1. Omite la consagración (por ejemplo saliendo fuera) aunque esté presente todo el tiempo antes y el todo el tiempo después.
  2. El que llega después del ofertorio (el Ofertorio es el momento de la Misa en la que se presentan a Dios las especias -el pan y el vino- que se van a ofrecer a modo de sacrificio en la Eucaristía.).
  3. El que llega a la lectura del Evangelio y además se va inmediatamente después de la comunión.

En los casos anteriores, evidentemente, me estoy refiriendo a una ausencia de la Misa sin causa justificada; no es el caso de los enfermos que por un motivo u otro deben salir de la Iglesia por razón de su enfermedad, o los padres que lo tienen que hacer por sus hijos, etc.

Por eso, en definitiva lo que hay que atender más es al motivo por el cual no ha escuchado Misa. Puede ser que la negligencia por la cual llega tarde implique poca valoración del Santo Sacrificio de la Misa.

¿Es pecado llegar tarde a Misa?

, si es pecado. Salvo que exista una verdadera justificación para tal atraso.

¿Puedo comulgar si llegué tarde a la Misa?

Para poder comulgar los domingos o en una fiesta de precepto es necesario haber estado presente y atento durante la Misa entera.

¿Cumplimos con la obligación de la Misa Dominical cuando llegamos tarde?

¿Hay algún punto durante la Misa en el cual ya es demasiado tarde asistir?

Esta es una buena pregunta ya que actualmente hay la tendencia a pensar que en tanto lleguemos a tiempo para recibir la Comunión, hemos cumplido con nuestra obligación Dominical de guardar el Día del Señor. Pero hay mucho más a este respecto. Cuando una persona es negligente en la puntualidad en la Misa, especialmente cuando esto es repetitivo, puede ser señal de que hay una falta de comprensión de lo que se está llevando a cabo en la Misa. Esto necesita pensarse cuidadosamente.

El Santo Sacrificio de la Misa consta de dos partes, la Liturgia de la Palabra y la Liturgia de la Eucaristía y ambas partes conforman toda la Misa. Es durante la Liturgia de la Eucaristía (la segunda parte), cuando recibimos a Nuestro Señor en la Santa Comunión, pero hay algo más que acontece antes de esto. En la primera parte (la Liturgia de la Palabra), Dios se acercará a nosotros. Esto se realiza a través de las lecturas de la Sagrada Escritura. Cada parte de la Misa es importante, pero esta es especialmente importante porque cuando el lector se aproxima al ambón a leer, debemos saber que estamos a punto de escuchar a Dios que habla a través de las Escrituras.

En los documentos del Concilio Vaticano Segundo se declara que “la Iglesia ha venerado siempre las Sagradas Escrituras al igual que el mismo Cuerpo del Señor, no dejando de tomar de la mesa y de distribuir a los fieles el pan de vida, tanto de la palabra de Dios como del Cuerpo de Cristo, sobre todo en la Sagrada Liturgia. Siempre las ha considerado y considera, juntamente con la Sagrada Tradición, como la regla suprema de su fe. Es necesario, por consiguiente, que toda la predicación eclesiástica, como la misma religión cristiana, se nutra de la Sagrada Escritura, y se rija por ella. Porque en los sagrados libros el Padre que está en los cielos se dirige con amor a sus hijos y habla con ellos” (Dei Verbum, n. 21).

En un documento publicado en 1980, la Sagrada Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos declaró lo siguiente: “Las dos partes que en cierto sentido conforman la Misa, es decir la liturgia de la palabra y la liturgia Eucarística, están tan íntimamente conectadas que forman un único acto de culto.” Una persona no debería acercarse a la mesa del pan del Señor sin haber estado primero en la mesa de su Palabra. La Sagrada Escritura es por consiguiente de la mayor importancia en la celebración de la Misa (Inaestimabile donum, n.1).

En conclusión:

La Misa es tanto una remembranza del sacrificio de Cristo en la Cruz como un banquete sagrado de comunión con el Cuerpo y Sangre del Señor (CIC #1382). Lo más importante, es un sacrificio pero es también una comida. El sacrificio es rememorado para que al recordar lo que Él hizo por nosotros, seamos transformados para salir al mundo y amar como Él lo hizo y la carne y sangre de Cristo nos dan el sustento y la fuerza necesaria para hacerlo. Si pensamos en este aspecto, nos quedará más claro el por qué no es correcto llegar al momento de acercarse a la mesa y comer, pensando que éste es el único sustento que se necesita. En realidad, la mesa a la que el Señor nos invita, nos alimenta tanto con Su Palabra como con Su Cuerpo.

Debe hacerse el mayor esfuerzo para llegar a tiempo a la Misa. Si no podemos estar presentes a tiempo para estar sentados y escuchar las lecturas de la Palabra de Dios, entonces sería mejor planear el asistir a la siguiente Misa que haya ese día. Si nos apresuramos para llegar justo al momento de la Comunión, entonces no habremos experimentado verdaderamente el sacrificio transformante de Jesús. No nos habremos nutrido completamente con la Palabra y Cuerpo del Señor. Si nosotros que lo amamos tanto hubiéramos estado presentes el día en que Él murió, ¿habríamos llegado tarde?

Fuente.

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