Con el familiar o el amigo de toda la vida que trata de convencernos de que «ya estuvo bueno» de hacer las cosas a lo derecho, porque así no se llega a ninguna parte ni se sale de perico perro…
Con el compañero de la escuela que nos va a prestar unas revistas y unos libros «a todo dar» que se consiguió…
Con los anuncios de los medios de comunicación que quieren convencernos de que la felicidad consiste en tener cosas y más cosas…
Con el novio que sale con el viejísimo y vulgarísimo cuento de que «si de veras me quieres…«…
Con las revistas que poco a poco van acostumbrándonos a ver a la mujer no como una persona, sino como un objeto de consumo…
¡Porque vienen y se comen la semilla de la Palabra de Dios!